viernes, 23 de mayo de 2014

¿Saben cual de esas opciones estoy recorriendo ahora?...




Caminante no hay camino, se hace camino al andar...

y ¡vaya si lo hice!... transitando un camino muy escabroso,

muy agitado, que me ha dejado parado en un punto de inflexión,

aquí y ahora, reflexionando,

sobre todo que al final de cuentas es el camino que yo elegí.

Admitamos que mis genes, mi entorno cultural, la rígida educación recibida,

y otros  condicionantes, me hayan impulsado a recorrerlo.

Pero hice un camino, con muchos baches y pozos, muchas barreras,

con paisajes desoladores en sus costados, con horizontes cerrados,

conteniendo también señales equívocas, ambiguas, y otras

tentadoras, enigmáticas, sutilmente seductoras.

En breves ocasiones, cambiaba la perspectiva, y se transformaba

en un camino plácido, confortante, llano, con entornos parquizados,

pero que se iban convirtiendo en una empinada cuesta,  

a cuya meta costaba mucho esfuerzo llegar.

Zapatos rotos, rodillas magulladas, brazos lacerados,  

el rostro descompuesto, la mirada ansiosa y escrutadora…

se hacía la noche temprano, pero finalmente se llegaba.

¿Dónde se llegaba? … nunca era el final, pero sí el génesis,

de una vertiginosa pendiente, que rápidamente recorría,

para llegar al fondo, a mi fondo…

siempre estaba una mano, que representaba a muchas manos solidarias,

y esta providencia me alcanzaba una cuerda, un lazo, un tronco,

para  salir del lodo, de esa arena movediza que me succionaba,

hacia los círculos del infierno.

La última vez que salí de esa situación, en un estado lamentable y paupérrimo,

encontré  delante de mi, una encrucijada de tres carreteras,

que luego alcanzaría a ver que en realidad eran cuatro.

La primera, a la derecha, una amplia vía de muchos carriles,

y un acceso  corto a un lúgubre  lugar,

que en un discreto cartel, decía LOQUERO, HOSPITAL.

El de la izquierda, también era una autopista rápida,

que conducía a un territorio, que no era difícil reconocer.

Se trataba de  una CÁRCEL.

El sendero que tenía al frente, era largo y sinuoso,

se  perdía su horizonte, pero vislumbraba que a su final,

alguien me esperaba; las indicaciones en este caso,

eran claras e irrefutables: TEMPLANZA, FUERZA DE VOLUNTAD,

ARROJO, HONESTIDAD, VIRTUD, y sobre todo: ¡VIDA!

Vi que un puente elevado, sorteaba un cruce, de un sendero circunvalatorio,

que pasaba por debajo.  Esa vereda, llevaba definitivamente al CEMENTERIO.

¿Saben cual de esas opciones estoy recorriendo ahora?... bueno… no importa.

HOMERO ALCIBÍADES RACETO  (mayo 2014).                    





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