Mortal y pecadora
Acércate despacio, como un suspiro,
que no te advierta el aire, se precavido,
acaricia mi sexo y hazme flora
de tu jardín prohibido.
Demora tu regreso,
con vientos que hacen nidos.
Serán mis pechos tersos, dispuestos a tus ganas,
cubiertos por tu alivio.
Y no despilfarres ni una gota de ti
por las afueras,
que ha de ser tu caudal,
mi compensada espera.
Deshazte en mi jugo de traidora sirena,
que reclama sus piernas,
para tenerlas abiertas
a tu persona.
Y sálvame de la divina diosa
a la que tanto adoras,
sembrándome en tu piel
mortal y pecadora.
A.M.G
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